Hacia 1810 todavía no existía el país tal como lo conocemos. La extensión territorial era mucho más extensa, y se la conocía como Virreinato del Río de la Plata. Este abarcaba a los actuales países de Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Tampoco había libertad política, ya que el gobierno era ejercido por la Corona española.
España en 1808 había sido invadida por los ejércitos de Napoleón Bonaparte, y el rey Fernando VII, antes de ser tomado prisionero en Bayona, tuvo que ceder el trono a los franceses. Una sucesión de gobiernos trataron de hacerse cargo del difícil momento, pero con el transcurso de los meses la situación se fue tornando cada más frágil. A principios de 1810, se formó en Cádiz un Concejo de Regencia, con el fin de resistir el asedio francés.
En el Río de la Plata, las noticias que llegaban desde el viejo mundo causaban gran preocupación. Un grupo de criollos elegía la jabonería de Vieytes para discutir las opciones a seguir, en una Buenos Aires ya convulsionada por las recientes invasiones inglesas. Cuando en mayo de 1810 llegó la novedad sobre la formación del Concejo de Regencia, los sucesos se precipitaron.
En las ciudades coloniales los cabildos cumplían un rol decisivo en relación al gobierno. Ante la incertidumbre que se vivía, el 22 de mayo de 1810 se convocó un cabildo abierto. Si bien fue invitada la “parte principal y más sana del vecindario”, la muchedumbre se hacían escuchar en las calles. Los debates giraban en torno a la continuidad o no del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Él no estaba dispuesto a perder el poder, y maniobró para presidir una Junta de Gobierno.
Los criollos se manifestaron en contra. El 24 de mayo de 1810, 476 vecinos firmaron una solicitud de creación de una Junta Provisoria Gubernativa, la cual fue designada la mañana del 25 de mayo y quedó constituida por Cornelio Saavedra como presidente; Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios; y Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu, Juan Larrea y Manuel Alberti como vocales. Si bien todavía faltaban varios años para conseguir la independencia total de España, el camino hacia la libertad ya se había iniciado.
El rol de las mujeres en el proceso revolucionario:
En este proceso las mujeres también fueron protagonistas, no meras anfitrionas de reuniones. Algunas fueron heroínas anónimas y a otras las recordamos con nombre y apellido. (Fuente: informe de Jazmín Bazán para el programa “Altavoz” de la TV Pública)
- María Remedios del Valle: nombrada la Madre de la Patria, afrodescendiente que luchó en las invasiones inglesas y, tras la Revolución de Mayo, auxilió el Ejército Norte de Belgrano convirtiéndose en capitana.
- Juana Azurduy: en 1809 participó de un levantamiento que cuestionó el poder virreinal y, posteriormente, estuvo al frente de un gran ejército miliciano que contó con el protagonismo de indias, mestizas y criollas.
- María Magdalena "Macacha" Dámasa Güemes: hermana de Martín Miguel de Güemes, fue una patriota salteña que adhirió a la revolución y fue parte de la gesta independentista. Cumplió tareas militares, organizativas y de espionaje junto a otras mujeres.
- Las damas de la alta sociedad Melchora Sarratea y Mariquita Sánchez de Thompson brindaron sus casas y apoyaron la revolución. En el caso de Mariquita Sánchez de Thompson participaba activamente de los debates de la Primera Junta y además era partidaria de la independencia. Una referente para las mujeres de élite de la región.
- Casilda Igarzabal de Rodríguez Peña alojó al Partido de la Independencia, una de las primeras sociedades secretas por la emancipación.